sábado, 12 de enero de 2013

La maldita circunstancia

"La Barca" (Nino)


La maldita circunstancia, o lo que fuese, que hizo que aquel barco del teatro naufragara, como decía una cancioncilla que escuchaba de pequeño a "Los Chiripitifláuticos":

"... Había una vez, un barquito chiquitito, que no podía, que no podía, que no podía navegar..
Pasaron un, dos, tres, cuatro, cinco y seis semanas,
Pasaron un, dos, tres, cuatro, cinco y seis semanas,
Y aquel barquito, aquel barquito, aquel barquito naufragó
Y si esta historia te parece corta, volveremos, volveremos a empezar...
... Había una vez, un barquito chiquitito, que no podía ..." (y así hasta el infinito)

Aunque de todo naufragio algo debe quedar, aunque sólo sean unas "negras tablas salvadoras"

"Naufragio y resurrección" (Nino)

 . . . . . . . 
 
Cuando lloraba yo tanto,
cuando yo tanto sufría,
mis penas, sólo mis penas,
fueron constantes amigas;
me quedé sin ilusiones,
me quedé sin alegrías,
volaron mis esperanzas,
y en el mar de mi desdicha,
pobre y solitario náufrago
sin auxilio me perdía;
llegó un momento supremo
en que aborrecí la vida.

Entonces brilló a lo lejos
una azul playa bendita,
la playa del sufrimiento,
de las nostalgias divinas;
pensé un instante en la lucha,
sol que alumbró muerto día,
y me abracé a mis dolores
y salvé mi inútil vida.

¡Penas mías, yo os bendigo!
¡Yo os bendigo, penas mías,
negras tablas salvadoras
del perfume de mi vida!
Nunca, nunca me olvidéis
en el mar de mi desdicha,
entristeced mis amores,
entristeced mis delicias,
que yo gozo con las penas
más que con las alegrías,
que jamás puedo olvidarme
de aquella playa bendita,
en donde me embriagasteis
de las nostalgias divinas.
Todo el oro de mis sueños,
todo el amor de mi lira,
todas las flores que entreabran
sus cálices en mis días,
todo el fuego de mis ojos,
todo el placer de mis risas,
es sólo para vosotras,
adoradas penas mías,
adoradas salvadoras
del perfume de mi vida.

"A mis penas" (Juan Ramón Jiménez)


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