En un rostro: los labios, la luna, la serpiente, el ojo de pez.
Como si se tratase de imágenes de un sueño que quieren decirnos algo...
o tal vez sólo esperan escucharnos decir algo...
por ejemplo, podríamos decir simplemente...
"¿me das un beso?"
"Sueños" (Nino)
"Y volver a dormir y despertar del sueño
y este soñar de nuevo envuelto en brumas
y no saber si son lunas o espumas
lo que mueve este mundo tan grande y tan pequeño
Y este ver tristemente cada día encarnada
nuestra vida en el tiempo y nuestro rastro
de carne en el olvido y sólo queda el astro
en todo este misterio del todo y de la nada
Y la vida no es sólo una interrogación
No es sólo ese guarismo de serpiente lasciva
que al morderse la cola una soga nos lega
La vida es una letra de inmenso corazón
que levanta sus brazos frágiles hacia arriba
clamando de continuo
¡La vida es una Y!"
"... Tenía que llevarse en alto a sí misma a través del desierto,
desfalleciendo de vez en cuando, cayendo en pozos de silencio, en negaciones.
Vivir es un trabajo que parece en instantes imposible de cumplir; el trabajo de recorrer
la larga procesión de instantes, de oponer una resistencia al tiempo.
Resistir al tiempo es la primera acción que requiere el estar vivo;
luego, saber que el aquí es muy concreto, muy determinado, y no se le conoce.
Si supiera donde estoy exactamente, sabría lo que tengo que hacer.
Pero las circunstancias no fuerzan sino al que ya ha elegido ..."
"Delirio y destino" (María Zambrano)
Los títulos de los dibujos que presento a continuación son un tanto azarosos, los he titulado por lo que me sugerían a mi en un momento determinado, pero si lo deseas, puedes pensar otros títulos por lo que te sugieran a tí.
¿Dónde estará esa calle? ¿Oscurece o amanece? No se ve a nadie, como si el tiempo se hubiese detenido. Fue pintada tal como salía de la imaginación. Todavía, cada vez que la miro, me lo vuelvo a preguntar ¿Dónde estará esa calle? ¿Estuve alguna vez ahí? Me recuerda a aquellas noches de juerga volviendo a casa para dormir...
"Calle" (Nino)
"Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas y vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie."
"La calle" (Octavio Paz)
"Por la calle del Olvido" (Los Secretos)
"... Por la calle del olvido vagan tu sombra y la mía,
cada una en una acera por las cosas de la vida ... "
Este pequeño comic lo hice un viernes, el viernes santo de 2004, creo que un reflejo de mi ánimo en aquel momento. No pretendía una crítica a la fiesta religiosa, aunque nunca se sabe lo que pretende el subconsciente. Por si no se entiende bien el texto, lo reproduzco justo debajo.
"Aburrimiento" (Nino)
- ¿Qué hago, me levanto o no me levanto?
- ¿Hará buen día hoy... me levanto o no me levanto?
- ¿Qué ropa me pongo?
- (Bostezo) ¡Aaagghhh! ¡Qué larga y aburrida se hace la vida aquí dentro!
- Mejor creo que me doy la vuelta... y sigo durmiendo.
Y este otro refleja un mundo onírico mezclado con la realidad.
"Había una vez un niño que soñaba tocar la luna con sus propios dedos. Esperaba ansioso las noches en que la luna se pusiera redonda. Abría la ventana de su habitación y la miraba con sus ojos grandes completamente abiertos. Alzando una mano lo más que podía y poniendo sus pies de puntillas quería, aunque fuese sólo rozarla un poquito, pero por más que se esforzaba no lograba alcanzar a la luna.
Todos sabemos que la luna está muy alta pero él, sólo él, parecía no saberlo. Después de tantos esfuerzos se sentaba agachado, se encogía de hombros y nacía de su pecho un sentimiento de tristeza y frustración. Y fue entonces, cuando tras mucho tiempo de intentarlo cada vez que la luna se llenaba, se quedó dormido en un cojín junto a la ventana. Tuvo el sueño más hermoso que jamás había tenido. Pudo tocar la luna con sus dos manos, acariciarla y darle un beso y decirle lo mucho que había deseado ese momento. La luna, que se puso muy contenta, le regaló una de las piedras de su superficie que el niño cogió con todas sus fuerzas, aunque se asustó un poco cuando la piedrecilla comenzó a latir tomando la forma de un bonito corazón. Al despertar del sueño el niño estaba feliz y lo más curioso es que, aunque no había nada entre sus manos, notaba en su pecho como el latir de dos corazones a la vez. Uno el suyo y el otro seguramente, el que la luna le regaló."
Cuento "Las piedrecitas de la Luna" (Nino)
"Niño corazones" (Nino)
"Gacela del amor desesperado" de Federico Garcia Lorca (Amancio Prada)
Cuando vuelvo a ver algunos de los dibujos que tenía guardados en el "baúl de los recuerdos" los suelo tomar, como es lógico, como algo familiar, algo que pasó por mí en un momento del pasado y que ya, con la distancia del tiempo, no tienen la fuerza que quizás tuvieron en aquel momento en que fueron creados, pero siguen formando parte de mi vida. Algunos, como este dibujo, no sólo no han perdido fuerza, sino más bien han ganado en expresión con el tiempo transcurrido, al menos para mí.
"Pena" (Nino)
Suelo tener la sensación, aún a sabiendas de que los dibujé yo, que fueron creados más bien "a través de mi", como si de una especie de "exorcismo" se hubiese tratado. Llevo ya algunos años que no dibujo. No suelo hacer muchos comentarios acerca de mis dibujos, pero hago una excepción con el que expongo. La verdad es que no sabía como titularlo. Lo he titulado "Pena" pero podría haber elegido otros muchos nombres y no hubiese quedado conforme con ninguno. Hago un comentario en forma de pregunta: ¿Qué pasaría por mi mente, o en mi alma cuando dibujando este rostro de mujer, de los muchos que he dibujado y teniéndolo ya casi acabado, mi mano se fue volviendo como loca y terminó por pintarle rasguños, cicatrices, cortes... para acabar rompiéndolo a pedazos? Luego, creo que con un sentimiento de pena o culpa o sabe Dios qué, volví a juntarlos despacio y los pegué uno a uno. Y así quedó.
"Gracias a la vida" (Mercedes Sosa)
Uno se despide insensiblemente de pequeñas cosas,
lo mismo que un árbol que en tiempo de otoño se queda sin hojas.
Al fin la tristeza es la muerte lenta de las simples cosas,
esas cosas simples que quedan doliendo en el corazón.
Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida,
y entonces comprende como están de ausentes las cosas queridas.
Por eso muchacho no partas ahora soñando el regreso,
que el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo.
Demórate aquí, en la luz mayor de este mediodía,
donde encontrarás con el pan al sol la mesa tendida.
Por eso muchacho no partas ahora soñando el regreso,
que el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo.
"Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.
Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós."
Julio Cortázar
"Niña en el cielo" (Nino)
La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.
Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.
Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.
La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.
El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
Yo que sentí el horror de los espejos
no sólo ante el cristal impenetrable
donde acaba y empieza, inhabitable,
un imposible espacio de reflejos
sino ante el agua especular que imita
el otro azul en su profundo cielo
que a veces raya el ilusorio vuelo
del ave inversa o que un temblor agita
Y ante la superficie silenciosa
del ébano sutil cuya tersura
repite como un sueño la blancura
de un vago mármol o una vaga rosa,
Hoy, al cabo de tantos y perplejos
años de errar bajo la varia luna,
me pregunto qué azar de la fortuna
hizo que yo temiera los espejos.
Espejos de metal, enmascarado
espejo de caoba que en la bruma
de su rojo crepúsculo disfuma
ese rostro que mira y es mirado,
Infinitos los veo, elementales
ejecutores de un antiguo pacto,
multiplicar el mundo como el acto
generativo, insomnes y fatales.
Prolonga este vano mundo incierto
en su vertiginosa telaraña;
a veces en la tarde los empaña
el Hálito de un hombre que no ha muerto.
Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro
paredes de la alcoba hay un espejo,
ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo
que arma en el alba un sigiloso teatro.
Todo acontece y nada se recuerda
en esos gabinetes cristalinos
donde, como fantásticos rabinos,
leemos los libros de derecha a izquierda.
Claudio, rey de una tarde, rey soñado,
no sintió que era un sueño hasta aquel día
en que un actor mimó su felonía
con arte silencioso, en un tablado.
Que haya sueños es raro, que haya espejos,
que el usual y gastado repertorio
de cada día incluya el ilusorio
orbe profundo que urden los reflejos.
Dios (he dado en pensar) pone un empeño
en toda esa inasible arquitectura
que edifica la luz con la tersura
del cristal y la sombra con el sueño.
Dios ha creado las noches que se arman
de sueños y las formas del espejo
para que el hombre sienta que es reflejo
y vanidad. Por eso no alarman.
"Espejos" Jorge Luís Borges
"Espejo III" (Nino)
"Espejo IV" (Nino)
¿Por qué persistes, incesante espejo?
¿Por qué duplicas, misterioso hermano,
el movimiento de mi mano?
¿Por qué en la sombra el súbito reflejo?
Eres el otro yo de que habla el griego
y acechas desde siempre. En la tersura
del agua incierta o del cristal que dura
me buscas y es inútil estar ciego.
El hecho de no verte y de saberte
te agrega horror, cosa de magia que osas
multiplicar la cifra de las cosas
que somos y que abarcan nuestra suerte.
Cuando esté muerto, copiarás a otro
y luego a otro, a otro, a otro, a otro…